LA VIDA PASTORAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Viernes 23 Abril 2021

 
Es difícil escribir sobre la vida pastoral, en tiempos en que tenemos tan restringido el movimiento para el desarrollo de cualquier actividad pastoral. Sin embargo, he descubierto en tiempos de pandemia, lo necesario que es vivir la vida en una única dirección que suma todas las dimensiones que la componen, en donde la vida misma se hace vida de iglesia, y por ello el servicio pastoral es cada hora del día, con sus dificultades y alegrías.

Actualmente estoy acompañando a mis padres en el campo, ya que por las restricciones sanitarias no pueden salir a comprar o realizar actividades propias para su vida cotidiana. Dios me regaló la gracias de mantener mi trabajo y poder desarrollarlo de forma remota, así he podido estar con ellos en estos tiempos complejos. Poco se habla de las consecuencias espirituales del coronavirus, pero para mi han sido patentes, aunque también han significado oportunidades, las que intentaré contar.

Al principio estaba muy preocupada, pues nunca consideré estar tanto tiempo sin asistir a Misa, ya que en Caleu (allí viven mis padres), la misa en tiempos normales es una vez al mes, por lo que durante la pandemia eso se redujo a cero. Lo mismo pasaría con mis actividades pastorales, que, aunque eran pocas, animaban mi espíritu.

En medio de la pandemia, un matrimonio de catequistas de mi Parroquia, Transito de San José, me invitó a participar en un conversatorio on line, y me sume con un poco de susto, pues nunca me ha gustado tomarme fotos o hacer videos, por lo que esto era un gran desafío. Resultó muy entretenido y me permitió tener un espacio comunitario para compartir la fe y orar unos por otros. Sumado a ello comenzamos a rezar la liturgia de las horas, y posteriormente acordamos grabar la liturgia para publicarlas en internet, yo aporté con mi voz, eso era mucho más sencillo para mí. Compartimos esta labor con Paulina, la persona que me invitó a hacerme parte de esta experiencia, y que ha significado orar con muchas personas, a quienes nunca conoceré, pero quienes también hacen Iglesia conmigo en el día a día.  

Entre tanto, tuve que re acostumbrarme a vivir con mis padres, a sus rutinas y horarios, a la vez que lograba acoplar el trabajo profesional y la vida en otro espacio físico. Es aquí donde la vida misma se hace servicio pastoral, en el intento de acoplar rutinas, horarios y formas de vida, sin perder la paciencia y aplicando siempre misericordia. Cuando uno comparte el día a día, surgen necesidades y desafíos, y entonces se comprende el evangelio de un lugar más cotidiano. Se puede ver lo fuerte que son los lirios del campo, que resisten falta de agua y fuertes vientos, y se comprende el sentido del ejemplo de Cristo en la parábola para la vida diaria.  La oración debe ser más profunda, aunque el tiempo es más limitado, producto de toda la adaptación. El espíritu se inquieta y no hay espacios de confesión, ni Eucaristía, tampoco comunidad presente. Debo aprender de los lirios del campo, y abandonarme a Dios y su amor. Comienzo ejercicios espirituales en la vida cotidiana, con mi acompañante espiritual, obviamente on line, a esta altura mi vida transcurre a través de la pantalla, y un desafió adicional es que internet sea estable. Dios me regala un espacio rico para mi desarrollo personal y eclesial. ¿tal vez la Iglesia también sufre los avatares del coronavirus? ¿tal vez, como yo, la Iglesia también deberá cambiar?

La crisis sanitaria sede un poco y se abre la posibilidad de salir, retomó un día turno ético en mi trabajo de forma presencial y con ello la posibilidad de asistir a Misa, pues debo viajar a Santiago. Mi sorpresa es que, al conversar con mi Párroco, él tiene otro plan para mí, me pide retomar las charlas prebautismales y coincidían en horario con la Misa. Durante el corto tiempo en que Renca estuvo en Fase 2, pude asistir dos veces a Misa y preparar a tres familias para el bautismo de sus hijos. Aunque fue breve, fue un regalo que me permitió retomar fuerzas. Me animé y le dije al padre Silvano que tal vez podíamos hacer charlas online, pues se avecinaba otra vez la cuarentena. No vi mucho entusiasmo, pero muy pronto me contactó Robinsón, un joven de la Parroquia que sería padrino de Bautismo y a quien el padre le había dicho que las charlas serian on line. No ha sido fácil acostumbrarme y cambiar, sin embargo, he descubierto que era necesario.



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