MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE

Viernes 01 Abril 2016

 
Abrir la puerta santa ha sido un abrir nuestra puerta a la espiritualidad de la misericordia. En una época donde aumenta una crisis de confianza se va instalando una cultura de la sospecha. La personas no se miran con ojos de misericordia, sino con ojos de sospecha. Desconfianza hacia las instituciones y desconfianza hacia el rol que realiza una persona.

por ORIELÉE DE JESÚS

Una espiritualidad de la misericordia en coherencia de vida podrá crear confianza.  La misericordia es un proceso; perdonar, amar incondicionalmente, aceptar sin rencor, no se logra en forma instantánea, sino es un camino que se va recorriendo con decisión, con perseverancia y paciencia, poniendo todo lo necesario para que sea así. Debe constituirse en una forma de vida. Es volverse a las fuentes y  vivir realmente el evangelio de Jesús.

Recurrir a la memoria histórica personal y observar como Dios se ha desenvuelto con nosotros desde siempre. Mirar su misericordia, registrar el gran acto de misericordia y amor con los  nosotros como fue la encarnación, la muerte y resurrección de su Hijo por nuestra salvación. Como ha sido su relación personal con el Dios de la misericordia.  Como ha sido la misericordia de Dios conmigo, cómo ha sido misericordioso con los demás y cómo se es misericordioso consigo mismo.

El Papa Francisco dio este mensaje de cuaresma: “La palabra de Dios…dirige a la Iglesia y a cada uno de nosotros.  Es una invitación: “Déjense reconciliar con Dios”. No es simplemente un buen consejo paterno y mucho menos una sugerencia. Es una verdadera y propia súplica en nombre de Cristo: “Les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios”. ¿Por qué un llamamiento así tan solemne y apasionado? Porque Cristo sabe cuán frágiles y pecadores somos. Conoce la debilidad de nuestro corazón, lo ve herido por el mal que hemos cometido y rápidamente, sabe cuánta necesidad tenemos de perdón, sabe que es necesario que nos sintamos amados para realizar el bien. Solos no podemos hacerlo, por esto el Apóstol no nos dice que “hagamos cualquier cosa”, sino que "nos dejemos reconciliar con Dios", permitirle que nos perdone con confianza porque Dios es más grande que nuestro corazón. Él vence el pecado y nos levanta de la miseria si nos confiamos a Él. Está en nosotros reconocernos necesitados de misericordia: es el primer paso del camino del cristiano; se trata de entrar a través de la puerta abierta, que es Cristo, donde Él nos espera, el Salvador y nos ofrece una vida nueva y alegre. Puede haber algunos obstáculos que cierran las puertas del corazón. Está la tentación de blindar las puertas, o sea de convivir con el propio pecado, minimizándolo, justificándonos siempre, pensando que no somos peores que los demás y de esta manera bloqueamos la cerradura del alma y permanecemos encerrados en nosotros mismos. Observar la ternura con que nos trata Dios para mirar con misericordia a los demás. Observar la ternura con que tratas a los demás. Misericordiosos como el Padre.

 

 



SITIOS DE INTERÉS
ORDO VIRGINUM del Arzobispado de Santiago de Chile